domingo, mayo 20, 2012

EL MAGNÍFICAMENTE MISTERIOSO SALTO DEL TEQUENDAMA

“El Salto de Tequendama debe su aspecto imponente a la relación de su altura y de la masa de agua que se precipita. El río Bogotá, después de haber regado el pantano de Funza, cubierto de bellas plantas acuáticas, se angosta y vuelve a su lecho cerca de Canoas. Allí tiene todavía 45 metros de ancho. En la época de las grandes sequías me ha parecido, suponiendo al río cortado por un plan perpendicular, que la masa de agua presenta una sección de 700 a 780 pies cuadrados (74 a 82,50 metros cuadrados). El gran muro de roca, cuyas paredes baña la cascada y que por su blancura y la regularidad de sus capas horizontales recuerda el calcáreo jurásico; los reflejos de la luz que se rompe en la nube de vapor que flota sin cesar por encima de la catarata; la división al infinito de esta masa vaporosa que vuelve a caer en perlas húmedas y deja detrás de sí algo como una cola de corneta; el ruido de la cascada parecido al rugir del trueno y repetido por los ecos de las montañas; la oscuridad del abismo; el contraste entre los robles que arriba recuerdan la vegetación de Europa y las plantas tropicales que crecen al pie de la cascada, todo se reúne para dar a esta escena indescriptible un carácter individual y grandioso." Alexander von Humboldt, citado por Jean Baptiste Boussingault (1802-1887)
"Solamente cuando el río Bogotá está crecido, es cuando se precipita perpendicularmente y de un solo salto, sin ser detenido por las asperezas de la roca. Al contrario, cuando las aguas están bajas, y así es como las he visto, el espectáculo es más animado. Sobre la roca existen dos salientes: la una a 10 metros y la otra a 60 metros; éstas producen una sucesión de cascadas, debajo de las cuales todo se pierde en un mar de espuma y de vapor.” Humboldt
 
"Yo he visto cascadas más ricas en agua y sin embargo, nunca observé sobre ninguna un nubarrón tan permanente y espeso como sobre el Tequendama" Alexander von Humboldt "Viaje al Salto del Tequendama" texto que recomiendo leer
  
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"Tenemos muchas descripciones de la catarata del Tequendama, pero casi todas exageradas. He aquí lo que nosotros hemos escrito en la 'Relación de nuestros viajes dentro del Reino': El Bogotá, después de haber recorrido con paso lento y perezoso la espaciosa llanura de su nombre, vuelve de repente su curso hacía Occidente y comienza a atravesar por entre el cordón de montañas que están al sudoeste de Santafé. Aquí, dejando esa lentitud melancólica, acelera su paso, forma olas, murmullo y espumas. Rodando sobre el plano inclinado aumenta por momentos su velocidad. Corrientes impetuosas, golpes contra las rocas, saltos, ruidos majestuosos suceden al silencio y a la tranquilidad. En la orilla del precipicio todo el Bogotá se lanza en masa sobre un banco de piedra, aquí se estrella, allí da golpes horrorosos, aquí forma hervores, borbollones, y se arroja en forma de plumas divergentes más blancas que la nieve, en el abismo que lo espera." 
Francisco José de Caldas "Tequendama"
 
"En su fondo el golpe es terrible, y no se puede ver sin horror. Estas plumas vistosas que formaban las aguas en el aire se convierten de repente en lluvia y en columnas de nubes que se levantan a los cielos. Parece que el Bogotá, acostumbrado a recorrer las regiones elevadas de los Andes, ha descendido a pesar suyo en esta profundidad, y quiere orgulloso elevarse otra vez en forma de vapores." Francisco José de Caldas (1768-1816)
 
¿Bochica?

Corte de la región del Salto del Tequendama por Alfred Hettner (1892)
TOMADO DE "ELISEO RECLUS Y LA GEOGRAFÍA DE COLOMBIA"
"Las paredes están formadas por capas horizontales alternadas de arenisca y esquisto arcilloso (Humboldt lo llama erróneamente calcáreo). A pocos metros, más arriba de la cascada, se han superpuesto a estos estratos yacimientos de carbón. Así pues, la utilidad prosaica se hace presente junto a la poesía del paisaje. Los bordes superiores de la garganta se mantienen a la misma escasa distancia en tramos de varios kilómetros y conservan la misma altura de nuestro punto de mira en la cabeza de la cascada. Más adelante, se separan y al mismo tiempo van perdiendo altura en forma paulatina. A lo largo de la margen izquierda de la garganta se está construyendo el ferrocarril que unirá Girardot, a orillas del Magdalena con Bogotá." Alfred Hettner (1892). El texto completo de Hettner se puede bajar de internet.
Es totalmente imperdonable que esta maravilla natural de Colombia se haya convertido en la más pestilente de las alcantarillas. Es tan imponente el espectáculo que el deseo de vivirlo de cerca lo obliga a uno a aguantar el olor nauseabundo. Es como si el Museo del Oro se convirtiera en un botadero de basuras inmundas y tóxicas. Devolverle la limpieza perdida al río Bogotá debería convertirse en un propósito colectivo de los colombianos y en una obligación inaplazable para la ciudad de Bogotá, entre otras razones importantes porque de eso depende la posibilidad que las comunidades que viven en su zona de influencia puedan hacer efectivos sus derechos fundamentales. Alguien (no recuerdo quien) afirmaba que la situación de una sociedad se puede conocer por el estado de sus ríos. A juzgar por las noticias de este fin de semana (que se repiten semana tras semana con los mismos o con otros "actores") esa afirmación puede resultar cierta en el caso de Colombia y del río Bogotá.
 
 "Por favor me cuida la cicla que ya vuelvo"