VIAJES ALREDEDOR DEL SOL Cap 1
Paso
a la página siguiente de mi agenda, con absoluta consciencia de que en la página
anterior yace un día que ya no soy, que ya no tengo.
Soy
un hombre inmóvil, pero bajo mis pies corre a toda velocidad la autopista del
tiempo.
El
viento de la muerte me golpea en la cara y yo lo enfrento, como Adriano, con
los ojos abiertos.
La
memoria está hecha de hojas secas esparcidas por el suelo, que el viento arremolina y que vuelven a caer en nuevos y fugaces arreglos, en los cuales el antes se convierte en después, el futuro en pasado, los efectos en causas.
Puedo
leer el instante del cosmos en un I Ching de burbujas de jabón que se revientan
al contacto de la luz con sus reflejos.
Avanzo
hacia el pasado para recoger sus fragmentos, para reinventarme a medida que
escarbo entre las hojas revueltas.
Soy
un fantasma de niebla sumergido en la niebla.
En
medio de la luz avanzo a tientas. El pasado no es oscuridad sino
deslumbramiento.
Me muevo con zancadas sigilosas, como caballo de salto.
Soy
un niño que juega con una Rueda de Chicago de latón, al pie de un árbol de
navidad que despide (o que saluda con) un olor imborrable e intenso.
Soy
un niño que le pinta con un lápiz de
cejas el hocico a Odín, un gran danés enorme, bonachón y paciente.
Soy
un hombre que corre en medio de disparos en la noche sin luna. Un hombre que
cae por un abismo ante miradas absortas, y que luego se levanta y (salvo el corazón en la mano) vuelve a ascender
como si nada.
Me
veo a mí mismo en off en mi más
remoto recuerdo: un niño de tres años portando una bandera en medio de una
multitud que vocifera. Desde los balcones de los edificios públicos arrojan los
retratos del general derrocado. Los vidrios se revientan contra el suelo. Las
esquirlas que saltan quedan estáticas en el recuerdo, congeladas como en una
fotografía de alta velocidad que formará parte de mí hasta el momento en que le
ponga el punto final a este relato, con lo cual sé que también terminarán mis
viajes, se apagará la luz, cesará el tiempo.
Esa
es una de las razones –no la única- por las cuales consciente o
inconscientemente quiero evitar la línea recta, el camino más corto, la vía más
eficiente.
Prefiero deslizarme a toda velocidad por espirales de vértigo que posiblemente me alejen por ahora de la desembocadura inexorable… o a lo mejor aceleren mi reencuentro con el momento previo a la fecundación del óvulo materno por el espermatozoide paterno.
Con ese momento en el cual yo no era nada: una mera probabilidad. Una expectativa difusa.
Fotos de arriba: vegetación en Lido Beach (Florida)
Partículas subatómicas fotografiadas en una cámara de niebla
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